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PN 960 RABINDRANATH TAGORE (libro-disco Almuzara)

PN 960 RABINDRANATH TAGORE (libro-disco Almuzara)

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Índice

RABINDRANATH TAGORE
CUÁNTO TIEMPO DURA MI VIAJE

CONTENIDO DEL CD PNEUMA PN-960
LA CIENCIA DEL AMOR Y LA POESÍA MÍSTICA
Colección Poesía y Música • 2
Tradiciones Espirituales de la Humanidad

Grian & Eduardo Paniagua

Poemas de Rabindranath Tagore de Ofrenda Lírica, El jardinero y Pájaros perdidos
Música: Autor e intérprete: Luis Paniagua
Recitado: Grian (Antonio Cutanda)
Selección de poemas y selección musical: Grian y Eduardo Paniagua
Adaptación literaria y musical: Eduardo Paniagua
Agradecimientos: Francisco Caballero, Elena Pérez Martínez, Mana Teji
Temas musicales extraídos de los CDs por cortesía del sello SILENTIUM
Sonido: Hugo Westerdahl
Producción: Eduardo Paniagua

Director Editorial: Eduardo Paniagua
Diseño: Pneuna/Eduardo Paniagua
Maquetación: O’Micron/Susana Ordoñez
I.S.B.N.: 978-84-96710-70-2
Depósito Legal: CO-532-07
Hecho e impreso en España. Made and printed in Spain
© Pneuma. Almanzora 49, 28023 Madrid
© Editorial Almuzara, S.L., 2007. www.editorialalmuzara.com

Hay algo en la poesía que la hace especialmente apta para transportar lo inefable de la vida mística. La espiritualidad se derrama como río desbordado también en la literatura y no sólo como adorno verbal con vibraciones de emoción espiritual sino como esencia de la Ciencia del Amor. La originalidad del poeta requiere de la fidelidad y la autenticidad a su vivencia interior. Tagore (1861-1941) más de cien años después de transitar por este mundo, muestra su vigente actualidad como maestro de la Ciencia del Amor.
La colección de la Ciencia del Amor, con su poesía mística, es un testimonio para el hombre de hoy, al que ofrece una posibilidad de entrar en lo profundo de su ser, y liberarse para contemplar serenamente el mensaje unitario del amor, frente a la fragmentación de la sensibilidad cultural moderna. Los signos de amor son expresión y fuente de amor. Una antigua costumbre consistía en rezar y unirse con la oración a los verdaderos amigos. En este sentido ofrecemos para su escucha la presente selección de oraciones-poemas de maestros del Espíritu como Tagore.
Eduardo Paniagua

COMO EN UN ESPEJO
«La poesía es el eco de la melodía del universo en el corazón de los humanos»

Rabindranath Tagore pudo escuchar en su corazón los inaprensibles cantos del universo, y su mano, dirigida por su pecho, tuvo la maestría de podérnoslos brindar a través de sus poemas. Los conmovedores cantos de Tagore, que han subyugado el alma de los lectores más sensibles, encuentran así, en este libro-disco, un engarce casi perfecto: el encuentro de la música celeste con la música terrestre, las alquímicas bodas de la melodía convertida en palabra y la melodía convertida en eco distante de sus orígenes celestes.
Como en un espejo nos encontramos, a través de su mano y de la música de Luis Paniagua, ante el rostro del Abismo impenetrable, ante el fulgor de la Divinidad a la que dedicó estos poemas en sus arrebatos de amor. Es el samá’, la audición de música y de poemas místicos a través de la cual se encamina al encuentro con el Amado.
En este disco, y al igual que ya se hiciera con el primer trabajo de esta colección, Rumi e Ibn Arabî • Oriente y occidente, es un placer y un privilegio poder ofrecer a todos aquellos buscadores sinceros —enamorados sinceros—un instrumento poderoso para el encuentro «cara a cara» con el Amado.
Grian (Antonio Cutanda)

Primer Samá’ (36:33)
CUÁNTO TIEMPO DURA MI VIAJE
ESTADO DE CONTRACCIÓN
Desfallecimiento por la ausencia del Amado

1 Si me está negado el amor, ¿por qué, entonces, amanece? Pájaros perdidos
¡Cuánto tiempo dura mi viaje, y qué largo es mi camino! Ofrenda Lírica 12
Los que me aman en este mundo hacen todo cuanto pueden por retenerme;
Ofrenda Lírica 32
Música: Atención muy frágil. 8:35
Compositor e intérprete: Luis Paniagua: sitar, dilruba y teclado.
Extraído: del CD PNS-105 Muy Frágil

2 Qué oscuro hablas. No cierres tu corazón al amor porque te dé tristeza, y ten esperanza. El jardinero 27
Si no hablas, llenaré mi corazón de tu silencio, y lo tendré conmigo. Ofrenda Lírica 19
Música: Ceremonia 5:22
Compositor e intérprete: Luis Paniagua: sitar
Extraído: del CD PNS-106 La Bolsa o la Vida

3 ¡No me escondas tú el secreto de tu corazón! El jardinero 24
Mis deseos son infinitos, lastimeros mis clamores; Ofrenda Lírica 14
Música: Árbol de cenizas 8:06
Compositor e intérprete: Luis Paniagua: sitar, dilruba, cántaros mejicanos,
semillas murcianas y teclado.
Extraído: del CD PNS-107 Árbol de cenizas

4 Sólo espero al amor para entregarme al fin en sus manos. Ofrenda Lírica 17
Música: Presentimiento 1:50
Compositor: Luis Paniagua
Intérpretes: Luis Paniagua: sitar. Eduardo Paniagua: psalterio. Carmen Tricas: violín. Arantxa López: violonchelo. David Thomas: contrabajo. Armando Lorente: timbales, platos y campanas.
Extraído: del CD PNS-102 De Mágico Acuerdo

5 Cuando yo tenga que dejar el timón. Ofrenda Lírica 99
El último viaje: Sé que en la tarde de un día cualquierael sol me dirá su último adiós,
Música: Indoeuropea 12:40
Compositor: Luis Paniagua
Canto: Babul mora naijar chooto hi jae…Padre mío, estoy dejando tu hogar…Tradicional India
Intérpretes: Mana Teji: voz y tanpura. Luis Paniagua: voz, lira, guimbri, banya,
tambourine y bombo. Luis Carmona: teclado.
Extraído: del CD PNS-02 Bienvenida

Segundo Samá’ 38:34
QUÉ PLENITUD LA DE TU ALEGRÍA EN MÍ
ESTADO DE EXPANSIÓN
El gozo de la Presencia del Amado

6 Fue tu voluntad hacerme infinito. Ofrenda Lírica 1
La libertad no está para mí en la renunciación. Ofrenda Lírica 73
¡Qué plenitud la de tu alegría en mí! Ofrenda Lírica 56
Música: Vuela, vuela 9:11
Compositor e intérprete: Luis Paniagua: voz, sitar, dilruba, laúd y teclado.
Extraído: del CD PNS-107 Árbol de Cenizas

7 Fue un día en que yo no te esperaba. Ofrenda Lírica 43
Música: Lo ves, ya te lo decía 2:27
Compositor e intérprete: Luis Paniagua: sitar
Extraído: del CD PNS-103 Neptuno

8 Cuando tú me mandas que cante, Ofrenda Lírica 2
Que sólo quede de mi, Señor, Ofrenda Lírica 34
Música: Bengala 5:39
Compositor: Luis Paniagua
Intérpretes: Luis Paniagua: sitar y tanpura. Jesús Greus: tabla.
Eduardo Paniagua: darbuga. Luis Delgado: címbalos.
Extraído: del CD PNS-101 Oriente-Occidente Babia

9 Aquel día en que abrió el loto, Ofrenda Lírica 20
¡Cuántos días ociosos he sentido pena por el tiempo perdido! Ofrenda Lírica 81
Tu rayo de sol viene, con los brazos abiertos, Ofrenda Lírica 68
Música: Agua 9:03
Compositor e intérprete: Luis Paniagua: dirluba, ghatam, agua y teclado
Extraído: del CD PNS-105 Muy Frágil

8 Cuando tú me mandas que cante, Ofrenda Lírica 2
Que sólo quede de mi, Señor, Ofrenda Lírica 34
Música: Bengala 5:39
Compositor: Luis Paniagua
Intérpretes: Luis Paniagua: sitar y tanpura. Jesús Greus: tabla.
Eduardo Paniagua: darbuga. Luis Delgado: címbalos.
Extraído: del CD PNS-101 Oriente-Occidente Babia

9 Aquel día en que abrió el loto, Ofrenda Lírica 20
¡Cuántos días ociosos he sentido pena por el tiempo perdido! Ofrenda Lírica 81
Tu rayo de sol viene, con los brazos abiertos, Ofrenda Lírica 68
Música: Agua 9:03
Compositor e intérprete: Luis Paniagua: dirluba, ghatam, agua y teclado
Extraído: del CD PNS-105 Muy Frágil

10 Bajaste de tu trono y te viniste a la puerta de mi choza. Ofrenda Lírica 49
El discípulo: Tu lenguaje, Señor, es muy sencillo,
Cuando me vaya, sea ésta mi palabra última: Ofrenda Lírica 96
Música: Mi propio cuerpo 12:14
Compositor: Luis Paniagua
Canto: Yo, Lalla, he caminado sin apenas descanso por el mundo…
Lai Dev (Lalla), mística de Cachemir, siglo XIV
Intérpretes: Mana Teji: voz y tanpura. Luis Paniagua: voz, arpa arqueada,
palo de lluvia, caja y bombo. Luis Carmona: teclado.
Extraído: del CD PNS-02 Bienvenida

FUENTES
Poemas:
EL JARDINERO Y OFRENDA LÍRICA.
Traducción de Zenobia y Juan Ramón Jiménez
Alianza Editorial LB 1003, 1983
RABINDRANATH TAGORE, OBRAS SELECTAS
Visión libros. Edicomunicación, S.A.

Imágenes, pintura india:
Aguilar Ediciones, Madrid 1969. Editions Rencontre Lausanne, Paris 1966.
“Extracto del Kalpasutra, Consagración de Mahavira, siglo XV. British Museum. Página 3.
“Ermitaño predicando”, Norte del Dekan. Pintura clásica del siglo VI. Ajanta, caverna 1. Página 6.
“Chah Dhajan con Dara Shekuh” por Govar Dan. Escuela Mogola, siglo XVII. Victoria and Albert Museum. Página 8.
“El maestro de la luna llena”. The Gopis Search for Krishna, hacia 1770, Bhagavata Purana, Punjab. Freer Gallery of Art, Washington. Páginas 10, 16, 24, 28, 30, 32, 50 y portada.
“Encuentro en el estanque” del Ramayana. Escuela de Garual, Alto Pendjab, hacia 1800. British Museum. Páginas 12, 26 y 61.
“Santón hindú”. Escuela de Bundi, fines siglo XVI. British Museum. Página 14.
“La muchacha del loro” del Tuti-Nameh. Escuela Mogola. Chester Beatty Library. Página 18.
“Muchacha y mensajero”. Escuela de Guler, 1765. Victoria and Albert Museum. Página 20.
“Mujer con espejo que refleja su amante”. Escuela de Mewar, finales siglo XVII. Museo Guimet, Paris. Página 22.
“Krishna y Radha” del Vasunda Ragini. Escuela de Mewar, siglo XVI. British Museum. Página 34.
“El príncipe Sidarta es confortado por Mara”. Manuscrito de Birmania, siglo XIX. British Museum. Página 36.
“Se aproxima la tormenta”. Escuela de Kangra, 1790. Victoria and Albert Museum. Páginas 40 y 46.
“Descenso de Buda a la tierra”, arpa arqueada. Manuscrito de Birmania, 1798. British Museum. Página 59.

Luis Paniagua
Es ganador del Premio Nacional al Mejor Álbum de Nuevas Músicas otorgado por la Academia de las Artes y las Ciencias de la Música, por Nanas de Sol en el año 2002, y nominado por Bienvenida en el 2003.
Nace en Madrid en 1957. Su formación musical es occidental y oriental, especialmente la del norte de India, donde estudió en 1980 con el maestro T. N. Nagar. A partir de 1980, Luis Paniagua con una amplia y profunda escucha del mundo musical compone e interpreta música propia para obras de teatro, danza, bandas sonoras cinematográficas, grabaciones discográficas y conciertos como solista o con diversos intérpretes dirigidos por él.
Desde 1995 produce para otros artistas en su estudio de grabación. En 1999 crea su sello discográfico SILENTIUM, dentro del sello PNEUMA que dirige su hermano Eduardo Paniagua. Desde el año 1972 al 82, Luis Paniagua formó parte de Atrium Musicae, grupo de música antigua europea dirigido por su hermano y maestro Gregorio Paniagua. Con esta formación debutó en el Metropolitan Museum of Art de Nueva York a los quince años de edad y realizó giras por Estados Unidos de América, Canadá, Francia, España, Bélgica, Alemania, Austria, Finlandia, Polonia y la antigua URSS. Con Atrium Musicae grabó 14 discos publicados en Europa, América y Japón.
Luis Paniagua realiza numerosos conciertos de Nuevas Músicas Ancestrales en Festivales de Nuevas Músicas, Música Contemporánea, Músicas del Mundo (world music) y Músicas Místicas.
Actualmente esta especializado en instrumentos de cuerda de hace 4.000 años de antigüedad, lira, kithara y arpa arqueada, tocados en la cuenca del Mediterráneo antiguo y en otras culturas coetáneas como Mesopotámia y el valle del río Indo, así como en el tratamiento de técnicas e instrumentos actuales para desarrollar otra vía de composición musical abierta para danza, teatro y cine.

Grian (Antonio Cutanda)
Grian es licenciado en Psicología por la Universidad de Valencia (España). Trabajó como psicoterapeuta en la práctica privada durante más de diez años y, posteriormente, dedicó seis años más a la realización y dirección de un programa de radio matinal. Es traductor y autor de libros de inspiración y espirituales. Su primera obra, El Jardinero (1996), fue un éxito editorial en lengua hispana y ha sido traducido a varios idiomas —inglés, alemán, italiano, catalán, chino, coreano, tai. Posteriormente, publicó Más Allá del Arco Iris (1998), La Rosa de la Paz (2003), Mahabbat – La ciencia del amor (2005) y El peregrino loco (2006), entre otros.
Con la publicación de La Rosa de la Paz (con prólogo de Federico Mayor Zaragoza, y libro asociado al Forum de las Culturas de Barcelona 2004), Grian dio un giro a su labor espiritual para llevarla al terreno de la acción social, al tiempo que trabaja activamente en un ambicioso proyecto por la paz, el Proyecto Ávalon – Iniciativa para una Cultura de Paz (www.avalonproject.org). Grian ha pronunciado conferencias y ha realizado talleres de trabajo sobre sus libros en España, Inglaterra, Estados Unidos, México y Venezuela, en los que ha utilizado con notable éxito grabaciones de samás como los que le ofrecemos a usted en este volumen.

Eduardo Paniagua
Nacido en Madrid en 1952, es arquitecto y especialista de la música de la España medieval. A los 16 años graba sus primeros cuatro discos con el grupo Atrium Musicae, liderado por su hermano Gregorio Paniagua, en el que trabaja entre 1966 y 1983 con los instrumentos de viento y percusión, participando en toda su discografía, entre la que destacan títulos como: La Folía, La Spagna, Musica de la Grecia Antigua y la Antología de Música Antigua Española de Hispavox-Erato.
En 1975 termina los estudios de Arquitectura en Madrid, ejerciendo simultaneamente su trabajo musical y la libre profesión como diseñador y director de las obras por él proyectadas. Desde 1985 trabaja como arquitecto para la Comunidad de Madrid en la catalogación y rehabilitación de arquitectura histórica.
Miembro fundador en 1983 de los grupos Cálamus y Hoquetus, se especializa en la música arábigo-andaluza, participando en festivales españoles y del mundo árabe.
En 1994 crea los grupos MÚSICA ANTIGUA e IBN BÁYA, este último codirigido por Omar Metioui, para el trabajo musical sobre las Cantigas de Alfonso X (26 CDs en 2007) y la música andalusí (24 CDs en 2007) respectivamente.
En paralelo funda y dirige el sello discográfico PNEUMA en el que edita sus producciones musicales (www.ctv.es/USERS/pneuma).
Por su trabajo y por la difusión de estas músicas inéditas está recibiendo excelentes críticas y premios internacionales, siendo nominado como Mejor intérprete de Música Clásica en los Premios de la Academia de las Artes y las Ciencias de la Música en los años 1997, 2000 y 2004.

Descripción

LA CIENCIA DEL AMOR Y LA POESÍA MÍSTICA
Llegará el silencio y la música será, entonces, perfecta.
La vida, eterna en el trabajo y el hastío, apenas nos da un día para el amor.
(El Jardinero 68)

La poesía mística es una manifestación literaria de largo recorrido. Hay algo en la poesía que la hace especialmente apta para transportar lo inefable de la vida mística. La espiritualidad se derrama como río desbordado también en la literatura y no sólo como adorno verbal con vibraciones de emoción espiritual sino como esencia de la Ciencia del Amor.
¿Pero escribe uno poesía para explicar algo? Lo que se siente dentro busca la forma externa en un poema. Así pues, si después de escuchar unos versos, cualquiera dice que no ha comprendido, yo me siento impotente y tengo que guardar silencio. Si alguien huele una flor y dice: “No comprendo”, la contestación para él es: “No hay nada que comprender, no es más que un aroma” Y si persiste diciendo: “Eso lo sé; pero ¿qué significa?” Entonces o hay que cambiar de conversación, o hacerla más confusa diciendo que el aroma es la forma que la alegría universal toma en la flor. (Reminiscencias 34)
La poesía mística busca el reflejo estético de la experiencia unitiva del amor con la persona divina. Desde la Ciencia del Amor, se pueden analizar dos niveles expresivos del género literario: composición lingüista y vivencia interior. Para el poeta místico la autenticidad de su vivencia queda dependiente de la originalidad con la que logra escribir ese contenido en las formas poéticas. Si no posee pericia literaria, el contenido semántico escapa. Por eso la poesía asocia la belleza de la vida espiritual a la belleza del lenguaje poético. La condición estética es intrínseca, no un barniz superpuesto. La forma y el contenido constituyen una unidad sustancial. No basta con tener una emoción espiritual para escribir poesía mística. La originalidad del poeta requiere de la fidelidad y la autenticidad a su vivencia interior.

Cuando del manantial en la profundidad del Universo, surgen corrientes de melodía, su eco se refleja dentro de nuestro corazón. Será, como sugerí, este Eco lo que amamos, y no las cosas mismas por las que nos son reflejadas; porque aquello que un día apenas nos dignamos mirar, será para otro, la cosa precisa que reclama toda nuestra efusión. Por tanto tiempo había yo visto el mundo con una visión externa sólo, que naturalmente no había podido contemplar su universal aspecto de alegría. Cuando, de repente, desde lo más recóndito de mi ser un rayo de luz encontró su salida, se derramó por todas partes e iluminó todo el universo. El mundo se me apareció no como grupos de cosas y acontecimientos, sino que se abrió a mí como un todo. Esa experiencia parecía mostrarme la melodía que emana del mismo corazón del universo y que, extendiéndose por el espacio y el tiempo, reverbera como ondas de alegría que fluyen y vuelven de nuevo a mi frente. Cuando el artista proyecta fuera su canción, su canción es auténtica alegría. Y la alegría se dobla cuando esa misma canción es escuchada por su propio autor. Así, cuando la creación devuelve al Autor supremo una ola de alegría, si dejamos que fluya sobre nuestra conciencia, nos damos cuenta, de manera inexpresable, hacia quién se dirige la ola venturosa. Y al darnos cuenta, el amor se apodera de nosotros y nuestro yo suelta sus amarras para dirigirse a su meta infinita. Este es el sentido del anhelo que nos conmueve, dentro de nosotros, ante la vista de la Belleza. (Reminiscencias 34)

La Ciencia del Amor con su poesía mística es un testimonio para el hombre de hoy, himnotizado por el despliegue visual y consumista del mercado, y por la plástica de la publicidad. Le ofrece una posibilidad de entrar en lo profundo de su ser, y liberarse para contemplar serenamente el mensaje unitario del amor, frente a la fragmentación de la sensibilidad cultural moderna. Un aguijón en la conciencia espiritual, un recordatorio sobre el valor del encuentro y la comunicación entre personas, incluida la persona de Dios.
El encuentro es siempre de amor, a menudo transitado de dolor, soledad y abandono en el estado de la “aflicción enamorada”. La poesía mística nos lleva al territorio del diálogo del yo con el Tu divino. Tagore, más de cien años después de transitar por este mundo, muestra su vigente actualidad como maestro de la Ciencia del Amor.COMO EN UN ESPEJO
La poesía es el eco de la melodía del universo en el corazón de los humanos. (Rabindranath Tagore)

Rabindranath Tagore pudo escuchar en su corazón los inaprensibles cantos del universo, y su mano, dirigida por su pecho, tuvo la maestría de podérnoslos brindar a través de sus poemas.
Los conmovedores cantos de Tagore, que han subyugado el alma de los lectores más sensibles, encuentran así, en este libro-disco, un engarce casi perfecto: el encuentro de la música celeste con la música terrestre, las alquímicas bodas de la melodía convertida en palabra y la melodía convertida en eco distante de sus orígenes celestes.
Como en un espejo, la ancestral música de las esferas, inalcanzable para la inmensa mayoría de los seres humanos, se presenta así ante nuestros sentidos con toda su belleza; una belleza que abruma y conmociona el alma. Y tal fue el grado de maestría de Rabindranath Tagore para traer a los reinos terrestres las melodías del universo, que sus poemas no perdieron su sublime belleza al ser traducidos a otras lenguas.

Como en un espejo nos encontramos, a través de su mano y de la música de Luís Paniagua, ante el rostro del Abismo impenetrable, ante el fulgor de la Divinidad a la que dedicó estos poemas en sus arrebatos de amor. No en vano dicen los maestros sufíes que la Belleza es la mayor de las teofanías, la más clara manifestación de Dios; aquélla en la que nos encontramos cara a cara con Su Rostro vivificador.
A través del espejo que Tagore construyera con la propia materia de su alma, podemos los simples mortales alcanzar, así pues, una vislumbre de Su sobrecogedora Presencia. Tal fue el amor que sintió por su Amado, que con los dedos del Amor modeló en palabras Su Belleza… Aquélla que contemplaba y rebosaba en su pecho.
Pero no podrá entender la profundidad del amor de Tagore quien no acepte de antemano la posibilidad del encuentro con el Divino Amado, con la esencia pura del Amor. Es ésta una experiencia que sobrepasa todo entendimiento, y que precisa de la confianza en su existencia y de la bondad del alma para que desvele un ligero atisbo de su sublime carácter. De otro modo, Tagore se nos puede antojar extraño y lejano, ajeno a nuestra propia experiencia vital, como un loco que cantara al viento, a las flores y a las mareas de la vida en una lengua que sólo él entendiera; un loco divino, enajenado en su apasionado amor por Aquél al que nadie ve, pero que él ve en todas partes… en cada mirada, en cada brizna de hierba, en cada brisa que besa su cara.
Es desde esta perspectiva desde donde Tagore puede introducirse en tu alma y cantar, con voz bajita, los himnos del universo que acertó a escuchar en sus encuentros con el Amado y, a través de ellos, llevarte de la mano hasta Su Presencia.
Éste es el sentido que le dan los místicos sufíes a la recitación de los poemas de todos los enamorados divinos que cantaron su amor en la embriaguez del encuentro amoroso a través de los tiempos. Es el samá’, la audición de música y de poemas místicos a través de la cual el darwish se encamina al encuentro con el Amado. Pues, para los sufíes, el samá’ es uno de los misterios de Dios. Durante los más elevados estados del samá’, nada puede interponerse “entre la Gloria de Dios y Su esclavo”. Y dicen que, del mismo modo que los cereales, las frutas y las verduras son alimento para el cuerpo, las dulces fragancias, las más bellas formas y los más hermosos sonidos son alimento para el alma.
De ese Amor que sobrecogió y dilató el alma de Rabindranath Tagore, su pecho conmovido, enamorado, profundamente enamorado, no pudo más que decir:

“Cuando mi voz calle con la muerte, mi corazón te seguirá hablando…”
…como nos sigue hablando a nosotros a través del tiempo…
Y ojalá puedas sentir en la alegría de tu corazón la alegría viva que esta mañana de abril te mando, a través de cien años, cantando dichosa!.

LA AUDICIÓN MUSICAL: EL SAMA’
Este libro-disco, al igual que sus compañeros de colección, se ha hecho siguiendo la línea del samá’ sufí.
Dentro de la Tradición Sufí, la audición de música y poemas místicos —el samá’— ha ocupado un lugar muy importante a la hora de evocar o propiciar los estados interiores de encuentro o unión con la Divinidad. No en vano, la música —y la poesía— se ha manifestado siempre como un potente evocador de emociones, y la emoción —del latín emotio— significa «mover»; en nuestro caso, «mover» hacia la Divinidad.
El Dr. Javad Nurbakhsh, actual maestro de la Orden Sufí Nematolláhi, una importante y antigua orden sufí, dice al respecto del samá’:
“El término samá’ significa escuchar, pero en la terminología sufí tiene un sentido más profundo. Para los sufíes, samá’ es escuchar con el oído del corazón versos y melodías armoniosas en el estado de rapto y de alejamiento de sí mismo. El samá’, la audición, es la llamada de Dios, y su realidad, el despertar del corazón y su enfoque de atención en el Amado”.
“El sufí, en el estado de samá’, da la espalda a ambos mundos, y en el fuego del amor quema todo, excepto el único Real. El samá’ aviva la llama del amor y, poco a poco, acerca a Aquél que habla y al oyente, hasta tal punto que se convierten en uno”.
“El mundo Angélico (álam-e malakut) es el mundo de la hermosura y la belleza; y, donde hay hermosura y hay belleza, hay armonía. O, mejor dicho, todo lo que tiene ritmo y simetría tiene la nota de la armonía; y, por tanto, es un reflejo del mundo Angélico. Por eso, el samá’ es una vía que conduce a este elevado dominio. La audición de poesías y de melodías armoniosas conduce —como dice la tradición profética: Dios es bello y ama la belleza— a los corazones de los sufíes hacia su presencia angelical y rompe, con la ayuda de las luces de Dios, la montaña del “Ser”, liberando de obstáculos el camino para el enamorado sincero.”
De este modo, el samá’ se convierte en un poderoso instrumento en la búsqueda de la intimidad con Dios; un instrumento que, lejos de intereses comerciales y competiciones espirituales, se viene utilizando y ofreciendo desde hace siglos, quizás milenios, dentro de la Tradición de aquéllos que, arrobados en su éxtasis, afirmaron: “Dios es el Amado. Dios es el Amante. Dios es el Amor”.
En este disco, y al igual que ya se hiciera con el primer trabajo de esta colección, Rumi e Ibn Arabî – Oriente y Occidente, se han agrupado los cortes musicales en dos grupos, en dos samás. El primero, del corte 1 al 5 inclusive, está compuesto con poemas y músicas que responderían más a lo que los sufíes llaman estados de contracción, es decir, aquellos estados internos en los que el místico se siente desfallecer por la lejanía del Amado. Son estados donde el gnóstico experimenta la ausencia del Ser Amado y, de ahí, la tristeza y el pesar. Tras haber recibido Su beso con la primera manifestación de Su Presencia, el enamorado cae presa del amor y Su ausencia se convierte en doloroso trance y anhelo.
El segundo samá’, del corte 6 hasta el final, está compuesto por poemas y músicas que responden mejor a los que los sufíes llaman estados de expansión. La expansión marca el gozo de la Presencia del Amado, el encuentro con Aquél con el que se anhela estar. Son estados de gozo, de rapto, de dicha profunda y agitación… Aunque tanto la contracción como la expansión desaparecen en el momento en que el místico alcanza la Unión y el anonadamiento en el seno del Amado, pues ahí se disuelve el “yo” y el “tú”… ya no hay otro sino Él.
Es un placer y un privilegio poder ofrecer este trabajo a todos aquellos buscadores sinceros —enamorados sinceros— que andan tantas veces a tientas en los senderos de lo Divino, tan llenos de desvíos y caminos muertos en nuestros días. Ha sido nuestro deseo poder ofrecerles un instrumento poderoso para el encuentro «cara a cara» con el Amado, un instrumento contrastado a lo largo de los siglos, transmitido y practicado por miles y miles de místicos de medio mundo en su anhelo de unión con Dios, la Verdad, la Vida, la Belleza, la Luz, el Ser… la Realidad.
Tan solo deseamos que Él lo disfrute… ésa será la señal de que el samá’ cumplió su objetivo.

SUGERENCIAS PARA LA AUDICIÓN DEL SAMA’
El samá’, por naturaleza, es algo que se realiza en grupo (el grupo de los derviches, los sufíes), normalmente, con música y recitaciones en vivo. De ahí que sea esa la situación ideal, situación en la que debe haber presente un maestro (pir) o un sheij de la Tradición. Lo que aquí ofrecemos, no obstante, va a permitir una audición diferente, casi personalizada, si bien sería conveniente tener en cuenta algunas cosas.
Conviene escuchar el samá’ a ser posible en grupo, en una actitud de profundo respeto y reverencia ante lo que se está realizando. No conviene escuchar el samá’ por diversión. De no ser así, la audición del samá’ resultaría un absurdo, y perdería todo su potencial evocador para la experiencia de intimidad con la Divinidad.
La audición individual también es posible, si bien no debe convertirse en un hábito ni en una huida de la realidad porque, entonces, perderá su sentido y su fin. Conviene practicarlo de vez en cuando, “para que la reverencia hacia él no se aleje del corazón”, como dice el Dr. Nurbakhsh.
La actitud durante el samá’ supone un total abandono de uno mismo, el olvido de sí para sólo tener en mente y en el corazón al Amado, a Dios.

“Todos deben estar cabizbajos, absortos en el recuerdo continuo de Dios en el corazón, sin mirar a los demás, sentados como en la profesión de fe durante la oración ritual, teniendo todos el corazón con Dios”.
Por último, sugerir un volumen suficientemente alto en el equipo de sonido como para apagar otros sonidos extraños que puedan provenir del exterior de la sala. Además, un volumen elevado puede favorecer aún más la inmersión en ese centro íntimo donde puede darse el encuentro con el Amado, siempre y cuando el exceso de decibelios no genere el efecto opuesto, al enervar a la persona e impedirle el olvido del aquí y el ahora.
En última instancia, indicar que el samá’, para bien, para su práctica adecuada y máximo beneficio espiritual, debe ser practicado bajo la supervisión de un verdadero Maestro de la Senda, de un maestro perteneciente a cualquiera de las órdenes sufíes reconocidas desde antiguo. Si el oyente desea profundizar en estas prácticas, deberá recurrir necesariamente a aquéllos que las conocen y cultivan desde tiempos inmemoriales.
Grian (Antonio Cutanda)


Tú, que no sé quién eres;
tú, que lees estos versos míos que ya tienen cien años, escucha:
No puedo darte ni una sola flor de todo el tesoro de la primavera,
ni una sola luz de estas nubes doradas.
Pero abre tus puertas y mira; y escoge, entre las flores de tu jardín,
el hálito de las flores muertas hace ya cien años.
¡Y ojalá puedas sentir en tu corazón la alegría viva
que esta mañana de abril te envía, a través de un siglo, cantando dichosa!
(El jardinero 85)

LA MÚSICA, EL SILENCIO Y EL ARTE DE LA CIENCIA DEL AMOR
Tagore había nacido en Jorasanko, Calcuta el 7 de Mayo de 1861. Fue el menor de catorce hijos y de niño vivió en una atmósfera literaria y musical. Su padre Debendranath fue filósofo y figura central de la sociedad Brahman después de la muerte del Rajá reformador Rammohun Roy. Sus hijos fueron figuras destacadas de la literatura, filosofía, música y pensamiento social de la India en la época colonial.
Tagore empezó a escribir poesía siendo niño y publicó su primer libro a los 17 años.

“¡Nadie vuelva a su casa esta mañana! ¡Que no trabaje nadie hoy!
¡Vamos a asaltar el cielo azul, a saquear, enloquecidos, los espacios!
¡Flote la risa por los aires, como la espuma en el río!
¡Derrochemos, cantando sin sentido, toda la mañana.! (El jardinero 84)

En 1878 viajó a Inglaterra para estudiar Derecho, regresando después de un año sin terminar sus estudios, pero aprovechando lo mejor de la cultura inglesa. En 1883, Tagore se casó con Mrinalini Devi. Nacieron dos hijos y tres hijas. En aquel entonces se convirtió en el centro de atención del mundo literario con sus obras, poemas y canciones populares.

A media noche, el hombre dijo: “Ha llegado la hora de abandonar mi casa y buscar a Dios. ¿Quién me ha tenido engañado tanto tiempo?”
Dios le respondió, sereno: “Yo” Pero el hombre nada escuchaba.
La madre dormía con el niño en su pecho, a un lado de la cama. Dijo el hombre:
“¿Quiénes sois vosotros que me habéis engañado tanto tiempo?”
La voz de Dios dijo otra vez: “Ellos son Dios.” Pero el hombre nada escuchaba.
El niño gemía, apretándose contra su madre. Dios le dijo al hombre: “Detente, necio,
y no abandones tu hogar.” Pero el hombre nada escuchaba.
Y Dios suspiró con tristeza: “¿Por qué querrá venir a mí, abandonándome?” (El jardinero 75)

En 1890, Tagore marchó a gestionar propiedades familiares en Shelaidaha, Bangladesh, mejorando su reputación como ensayista y publicando obras literarias que reflejan la vida y espíritu de su pueblo.

Madre oscura,… guarda mis canciones para tu corazón silencioso, mi amor para tu amor.
Te cantaré trabajando, porque he visto tu rostro amable y te amo, ¡polvo triste, madre tierra!
(El jardinero 73)
En 1901 se traslada a Santiniketan en Bengala Occidental, donde funda una escuela experimental en la convicción de que la educación es la base de la sociedad y del destino del mañana. Toda su energía y sus bienes los empleó en esta escuela basada en la amistad y el contacto con la naturaleza: baños al despuntar el sol, oración a la sombra de los árboles, clases al aire libre, cantos, danza, teatro, revistas realizadas por los alumnos, oficios como la carpintería, el bordado y la jardinería.

Mi corazón, ave del desierto, ha encontrado su nido en tus ojos, ¡en tus ojos, cuna del alba, imperio de los orbes estelares, cuya profundidad arrastra mis canciones!
¡Deja tan solo que me abisme en ese cielo, en esa solitaria eternidad!
¡Deja solo que entre en tus nubes, que se abran mis alas bajo tu sol! (El jardinero 31)

Tagore creía en la semilla divina que cada uno lleva y en sus posibilidades y potencialidades a desarrollar. Defiende la idea de que la fe procede de la intuición, de que el alma es inmortal, se opone al sistema de castas y a la transmigración de las almas.
… Cuando llega mi amor y se sienta a mi lado, cuando mi cuerpo tiembla y se me cierran los ojos, la noche se oscurece, apaga la brisa mi lámpara, las nubes velan las estrellas… Y el tesoro de mi pecho brilla. ¡Y no sé cómo apagarlo! … (El jardinero 9)

Murió su mujer en 1902 y una de sus hijas y más tarde un hijo, dejándole destrozado. Estos acontecimientos fueron determinantes en la evolución de su poesía hacia una patente religiosidad.

“La lluvia cae, la hoja tiembla”.
“Hay un vasto páramo llamado corazón. En este bosque, las ramas entrelazadas se mecen en la oscuridad como si fuera un niño. Me perdí en aquella profundidad”. (Reminiscencias)

En 1912, cuando tenía muchos seguidores de su literatura bengalí, marchó a Inglaterra y sus poemas traducidos por él mismo conmovieron profundamente a la sociedad. En noviembre de 1913 se sorprendió al serle concedido el premio Novel de literatura a pesar de su escasa obra traducida, cuyo centro era Gitanjali, Ofrenda Lírica. Todo el dinero del premio lo dedicó a la escuela de Santiniketan, que se convertiría en la Universidad Internacional Visva Bharati.
“Intentaré crear una comunidad de hombres y mujeres que ignoren los límites geográficos. Sólo tendré un país y ese país incluirá a toda la raza humana”.

Amor mío, mi corazón ansía día y noche ese encuentro que ha de ser para mí como la muerte, devoradora de todo.
¡Arrástrame ante ti, huracán; coge todo cuanto tengo; asáltame mi lecho y llévate mis sueños; róbame todo mi mundo; y en esa soledad, en medio de la desnudez entera del espíritu, seamos ambos uno en hermosura!
Pero… ¡pobre afán de mi vida! ¿Cómo podría realizar esta unión última más que en ti, Dios mío? (El jardinero 50)

Viajó por el mundo con un mensaje de paz y de humanismo que halló eco en las mejores mentes europeas y le valió la amistad de intelectuales y científicos. Tagore no dejó de componer melodías y en sus últimos años encontró en la pintura otro medio de expresarse.

La música vocal tiene sus propias artes y características especiales. Cuando la melodía lleva palabras acopladas, estas últimas no han de abusar de la oportunidad que se les ofrece y predominar sobre la melodía, de la cual no son más que un vehículo. Siendo la canción grande por su propia riqueza, ¿por qué ha de servir a las palabras? Mas bien comienza donde la sola palabra fracasa. Su fuerza yace en la región de lo inexpresable; nos dice lo que las palabras no pueden. Por lo tanto, mientras menos palabras tenga una canción, mejor.

Mientras yo tatareaba y escribía las líneas:
“No te guardes tu secreto, amor mío, susúrralo suavemente sólo para mí”.
Encontré que las palabras no tenían medio de alcanzar por sí solas la región a la que las trasportaba la melodía. La melodía me decía que el secreto que yo estaba tan impaciente por escuchar se había fundido en el misterio de los bosques, estaba lleno de la callada blancura de las noches de luna, se asomaba tras el velo del azul ilimitado del horizonte y era el único íntimo secreto de la Tierra, del Cielo y de las Aguas.
(Reminiscencias 31)
El 7 de Agosto de 1941 moría en Calcuta siendo sus restos consumidos por el fuego. Fuego que sin embargo nunca podrá consumir la herencia que ha dejado a la humanidad: música, poesía, ideales y su Ciencia del Amor.
Cuando mi voz calle con la muerte, mi corazón te seguirá hablando

EL TAPIZ DE LA MEMORIA, LEJOS DEL INTENTO DE UNA AUTOBIOGRAFÍA
No sé quién traza los cuadros en el tapiz de la memoria, pero sea quien fuere, lo que traza son cuadros, no una copia fiel de lo que ocurre. Cosas grandes las hace pequeñas y cuántas pequeñas hace grandes. Traza un tapiz y no escribe historias. En el exterior transcurre la vida con sus acontecimientos, dentro se procesa un cuadro. Y no es lo mismo lo uno que lo otro.
Hace algún tiempo, al ser interrogado sobre los acontecimientos de mi vida, tuve ocasión de husmear en ese aposento lleno de tapices…. Al abrir la puerta, descubrí que los recuerdos no son la historia de la Vida, sino la obra original de un artista desconocido.
Si los tapices que han tomado forma en el recuerdo pueden ser evocados en forma de palabras, merecen un lugar en la literatura. (Reminiscencias 1)

Tagore tiene una rica paleta de colores en su pensamiento y su obra, pero es precioso escuchar de su mano como fue abriendo su espíritu con tempranas experiencias místicas y de amistad.
Un día, al anochecer, paseaba por la terraza de nuestra casa de Joraranko. El fulgor del sol crepuscular se combinaba con el pálido cielo de una manera que parecía dar al anochecer que se aproximaba, un atractivo especialmente maravilloso para mí. Hasta las paredes de la casa vecina parecían embellecerse. ¿Era aquel levantarse del manto de la trivialidad del mundo cotidiano, me pregunté, debido a alguna magia de la luz del anochecer? No. Yo vi en el acto que era el efecto del anochecer que había penetrado en mí; sus sombras habían borrado mi ego. Mientras mi yo estaba extasiado durante el fulgor, todo lo que percibía estaba atenuado. Relegado ahora el ego, podía ver el mundo en su verdadero aspecto. Y éste no tenía nada de trivialidad, estaba lleno de belleza y alegría.
Poco después me fue concedida una introvisión mayor, que me ha durado toda la vida.
Una mañana, estaba yo casualmente de pie en la galería, mirando hacia el extremo de la calle y los árboles de los terrenos frente a nuestra casa. El sol se levantaba precisamente por las copas frondosas de aquellos maravillosos árboles. Mientras yo continuaba mirando, de repente un velo pareció haberse caído de mis ojos y encontré súbitamente al mundo bañado en una maravillosa radiación, con olas de belleza y alegría desbordando por todas partes. Esta radiación traspasó al instante los dobleces de tristeza y decaimiento de mi corazón y lo inundaron con una indecible luz universal.. (Reminiscencias 34)

Contemplando desde el balcón el andar, la figura, las facciones de cada uno de los que pasaban, fueran quienes fuesen, me parecían todos tan maravillosos como el fluir del mar del universo. Desde la infancia sólo había visto con mis ojos, ahora comenzaba a ver con la totalidad de mi conciencia. No podía contemplar la escena de dos adolescentes sonrientes, que paseando al descuido por su camino, el uno con el brazo echado en el hombro del otro, y considerarlo asunto insignificante; pues a través de ello podía ver las profundidades del manantial de la alegría, del cual saltan por el mundo los infinitos brotes de risa, llenos de gozo. … En aquellos días escribí los siguientes versos:
No sé cómo, súbitamente, mi corazón abrió sus puertas
y dejó que las multitudes se precipitaran dentro, saludándose.
Y no fue exageración poética. Más bien, no tenía yo el suficiente poder para expresar todos mis sentimientos. Por bastante tiempo permanecí en éxtasis, olvidado de mí. (Reminiscencias 34)

EL ENCUENTRO ENAMORADO
La analogía del diálogo y la amistad nos sirven para iluminar la esencia de nuestra espiritualidad en relación con la realidad revelada por Dios como designio salvador de la humanidad. Es la gran consecuencia de descubrir al hombre como “imagen y semejanza de Dios” y como tal el “absoluto relativo y relacional”.
El diálogo es un ingrediente imprescindible en toda relación humana y hace surgir la afectividad y la estima. Con las personas con las que hemos intercambiado ideas, perspectivas y expresiones de nuestras convicciones, interioridades y horizontes anhelados como ideales de vida, lo más natural es que broten espontáneamente los sentimientos de afecto, ternura y amor con más o menos intensidad. Entre personas que han dialogado durante horas y durante años y se han comunicado con confianza, lo lógico es el surgimiento del amor y la amistad. Y si este amor y amistad son verdaderos, lo natural es que sean eternos, como hitos de nuestra biografía que han quedado marcados por la huella de esa persona.
… ¡Ven como estés, no te arregles más! ¿qué más da que tu guirnalda no esté concluida? ¡Olvídate de las pulseras! ¿No ves el cielo cargado de tormenta?
¡Es muy tarde! ¡Ven como estés, no te entretengas más! (El jardinero 11)

Pero para que se dé este hallazgo maravilloso se tiene que poseer esa capacidad inapreciable de ser “cariñoso”, de amar y de hacerse querer. Y esta capacidad tiene que madurar con el ejercicio y la experiencia. Si carecemos de ella, tendremos que buscarla, pedirla y atraparla como sea.
La vida diaria y la convivencia pueden convertir la relación personal de amor y amistad, en rutina que vacía completamente el núcleo de entrega y compromiso. El remedio contra este riesgo no consiste en ningún acto mágico, realizado de una vez para siempre, sino en volver a actualizar los motivos y razones que sostenían aquella decisión de amor.

El lago busca salida para formar un río. En este sentido el permanente amor es más estrecho que el primer amor, pero está más definido en su dirección, desea realizar el todo en cada una de sus partes, y de este modo es impulsado hacia el infinito. (Reminiscencias 34)
No sólo debemos amar, sino que tenemos que expresar con palabras o con gestos nuestro amor. Mi maestro espiritual Don Francisco Caballero solía repetir que los signos de amor son expresión y fuente de amor. Cada vez que repetimos nuestra declaración de amor, estamos sembrando la perennidad de ese amor. Pero esta “repetición” no puede ser algo mecánico y fosilizado, debe ser una renovación creativa. Es como si el encuentro amoroso volviera a nacer con nuevas fuerzas.

¿Eres tú? ¿Otra vez me llamas? Esta noche el cansancio es, como los brazos del amor suplicante colgado del cuello. ¿Me llamas? ¿Eres tú?
Todo el día he sido tuyo, tirana mía. ¿También quieres robarme la noche? …

¡Que se consuma el aceite de las lámparas en la casa desierta! …
¡Ahí se quedan mis sueños! ¡Voy contigo! (El jardinero 65)

En nuestra vida espiritual, como encuentro enamorado con Dios, necesitamos repetir estos gestos y palabras con los que renovamos aquella experiencia de aceptación y entrega. No vale decir que ya le dimos el “sí” en una ocasión de nuestra vida y que nos convirtió automáticamente en “creyentes”. Se trata de seguir actualizando y renovando esta “opción fundamental” para arraigar nuestra actitud en lo más profundo de nuestro ser.

Me dijo en voz baja: “Amor mío, mírame a los ojos.” Le reñí, agria, y le dije: “Vete.”
Pero no se fue. Se acercó y me cogió las manos… Yo le dije: “Déjame.” Pero no se fue.
Puse su mejilla en mi pecho. Me aparté un poco, lo miré, y le dije: “¿No te avergüenza?”
Y no se movió. Sus labios me rozaron la mejilla.
Me estremecí, y dije: “¿Cómo te atreves?” pero no le dio vergüenza. (El jardinero 36)
Necesitamos la “repetición” para limpiar el polvo que se va acumulando durante la vida y que hace que se oscurezca nuestra opción y actitud. Esta tarea tiene que acompañarnos a lo largo de la vida de modo constante e infatigable tal como hacemos con la respiración. Sería esta respiración o alimento espiritual la meditación y la “oración personal” que es la apertura invisible a la presencia amorosa de Dios.
¡No me escondas el secreto de tu corazón! Cuéntamelo a mí, que soy tu amigo, solo a mí!… Cuéntamelo tan suave como cuando sonríes, que no te oirán mis oídos, sino mi corazón.
La noche es profunda; la casa está silenciosa; el sueño envuelve los nidos de los pájaros… ¡Anda, cuéntamelo, con llorar vacilante, con tímido sonreír, con dulce vergüenza, como un dulce dolor, el secreto que guardas en tu corazón!
(El Jardinero 24)
La amistad, como la definían los antiguos, “mutuus benevolentiae amor”, supone un encuentro personal, una entrega y un amor desinteresado. El verdadero amigo es alguien que ha dejado una “huella” en nuestra vida y que, aunque pasen los años, estamos seguros que lo volveremos a encontrar con la misma acogida de siempre.
Para que la amistad permanezca viva hay que cultivarla, como se hace con una planta o un ser vivo. Hay que saber ofrecer la correspondencia al afecto y aquí nos encontramos con la necesidad de la expresión en signos y palabras. Lo que expresamos es la voluntad de querer seguir siendo amigo. Más que decir “me siento amigo tuyo” debemos decir “quiero seguir siendo tu amigo”. Una antigua costumbre consistía en rezar y unirse con la oración a los verdaderos amigos. En este sentido ofrecemos para su escucha la presente selección de oraciones-poemas de maestros del Espíritu como Tagore.
Eduardo Paniagua

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