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PN 120 JARDIN DE AL-ANDALUS

PN 120 JARDIN DE AL-ANDALUS

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Índice

PN-120 JARDIN DE AL-ANDALUS
Música Arabigo-Andaluza de la Sevilla Medieval en la tradición del Malúf de Túnez y las Moaxajas Orientales

MÚSICA ANTIGUA-EDUARDO PANIAGUA
WAFIR SHEIK: ‘Ud (laúd), suisen, viola, darbuga, tar y palmas
JAMILA GHALMI: Canto y palmas
LUIS DELGADO: Cántaras, naqarat, darbuga, panderos, tar, qaraqebs y palmas
EDUARDO PANIAGUA: Fhal (qasba), nay, flauta de caña, bendir, pandero, agual, tar, gongs, címbalos, qaraqebs, ajorcas y palmas

1. LAS NOCHES DEL ENCUENTRO. LAILI AL WASL · Moaxaja oriental 4:01
2. CONSOLADME · Taqsím ‘ud. Solo de laúd 2:40
3. ¡CONSOLADME NIÑAS AL ALBA!. Canción tunecina · UADDAÁUNI 5:01
4. EL NACIMIENTO DEL PROFETA. Canción tunecina · TALILATU AL WATIA 6:28
5. BEYATI. Taqsím ‘ud · Solo de laúd 2:09
6. BASHRAF SAMAÏ ASBA’AYN. Obertura instrumental de la núba Asba’ayn, Malúf 6:01
7. ¡EH CHICAS!, MI CORAZÓN EMOCIONADO Y DOLORIDO. Canción tunecina 6:20
8. TRAJE VERDE DE WASHY. Taqsím ‘ud · Solo de laúd 2:55
9. ME VISITÓ MI AMADO. ZARANI AL-MAHBUB · Moaxaja oriental 5:40
10. LA CHICA SOLTERA. Talilatu al-Arusa · Canción tunecina 2:44
11. BASHRAF SAMAÏ SÍKA. Obertura instrumental de la núba Sika · Malúf 6:33
12. EL ALBA. Taqsím ‘ud · Solo de laúd 2:46
13. NANA ANDALUSÍ. Ninni, ninni Jáhanum · Canción de cuna andalusí de Túnez 2:57
14. DESPEDIDME. Taqsím ‘ud · Solo de laúd 2:47

Portada: “Libro de Juegos” de Alfonso X.
Sonido: Luis Delgado - El Cometa Torrelodones 1997/ Urueña 1998.
Masterizado: Hugo Westerdahl - Axis, Madrid 1999.
Producción: Eduardo Paniagua.
FUENTES
Moaxajas: Colección “Al-Mouwachahat al-Andalusiyya”, Sélim Al-Helau, Líbano. Beirut, 1965 - Bashraf: Recogidas por Muhammed al-Rashíd (1711-1759). Primer fascículo de “Patrimonio Musical Tunecino”, Dirección de Música y Artes Populares, Comité Nacional de Música, Túnez (1979). - Canciones tunecinas-Maluf: “Al-Agháni al-túnusiyya” recogidas por Mohamed al-Sádiq al-Rizqí (1874-1938). - Canción de cuna: “Melodías Tunecinas”, París 1937. Recogida por el Barón Rodolfo D’Erlanger (m.1932).

Descripción

JARDÍN DE AL-ANDALUS.
“Cuando la brisa toca el jardín uno se imagina que sus ramas son danzarinas que se balancean en trajes verdes de washy y telas listadas del Yemen”.
Husám al-Dawla Ibn Razín

La España musulmana desarrolló la poesía, la música y la danza de una forma extraordinaria con respecto a los demás países islámicos contemporáneos. Tomó características tan peculiares que se independizó de su impregnación oriental en la época de Ziryab, siglo IX, llegando a exportar su propia música, dejando sentir su influencia en Oriente con las moaxajas, y en el Magreb con la núbas, mucho antes de la emigración de andalusíes después de las expulsiones de moros en 1492 y de moriscos en 1609.

Se cuenta que fue Sevilla el lugar donde proliferaban más músicos, aunque los hubo en todas la ciudades, pues el territorio de al-Andalus estaba florecido de cantores, poetas, tañedores y danzarines que adornaban cualquier fiesta religiosa o social: bodas, nacimientos, circuncisiones, alboradas, labores del campo, actividades artesanales, fiestas de la aristocracia y de la corte. Para toda actividad había un poema, un canto, una música. En el siglo XI todos los reyes de Taifas tuvieron sus “sítaras” -orquesta de músicos y cantores-, y las esclavas cantoras llegaron a tener un altísimo precio, que contribuían al prestigio de su protector.

UNA NOCHE EN AL-ANDALUS

“Ella cantaba y el tintineo de sus joyas le respondía cuando se cimbreaba en su traje de washy y sus collares”. Ibn al-Zaqqáq (siglo XI)

Un retrato del ambiente musical de las ciudades andaluzas nos lo da Ahmed ben Mohamed El Yemení en su crónica llamada “Hadicat alafrach”, traducida en 1927 por Julián Ribera. Enfermó en Málaga en el año 1015, y permanecía en la cama quejándose del desasosiego que le producía el incesante ruido de canciones, laúdes y otros instrumentos. Pero... “Una noche me desperté, después de conciliar un rato el sueño, y noté que todo aquel tumulto de voces odiosas se había calmado y habían cesado las tocatas turbulentas, y únicamente se oía una música leve, suave, bonita. Sentí como si mi alma estuviera familiarizada con esa música y como si con ella reposara, sin experimentar la repugnancia que hacía las otras sentía; pero no era voz humana, sino música instrumental muy suave. Luego comenzó a oírse tocar un poco más fuerte, subiendo lenta y gradualmente en intensidad mayor. Mi alma se sintió atraída y mi oído inclinado y dispuesto a escuchar, hasta que llegó a tocar con fuerza tan extremada que no se podía más. Me puse alegre y olvidé el mal y, de tal modo me sentí gozoso y emocionado que llegué a imaginar que el piso de la habitación se levantaba conmigo y que las paredes se movían alrededor.
...¿En qué parará esa música? Apenas había dicho esto cuando comenzó a cantar una mujer unos versos con voz clarísima y dulce. Ya no pude contenerme; me levanté de la cama, dejando a mis dos compañeros durmiendo; abrí la puerta de mi cuarto y, siguiendo la dirección de la voz que yo sentía de cerca llegué a un punto central de la casa, desde el que podía atalayarse la vecina, muy espaciosa, y contemplé en medio de ella un gran jardín, y en medio del jardín una reunión de veinte personas aproximadamente, allí congregadas para beber. Estaban todas en fila, teniendo delante licores, frutas o dulces. En ese círculo había varias esclavas tañedoras de laúdes y tumbures y otros instrumentos tales como flautas. La esclava cantora estaba sentada aparte y tenía el laúd en su seno, y todos los presentes la miraban embelesados, escuchándola atentamente. Ella tocaba y tocaba, y yo, de pie, allí, en punto desde el que yo les veía y ellos no me veían. Cuando cantaba un verso, yo lo aprendí de memoria, hasta que cantó un cierto número de versos”.
A la mañana siguiente, sano de sufrimientos y enfermedades recité los versos a un amigo ulema que, sonriendo, le dijo: “Es la casa del ministro y la esclava es de Bagdad, una de las mejores cantoras de Almanzor, que vino a Málaga cuando este murió. Los versos son del poeta español Mohamed ben Carloman”.

Sevilla, foco de la poesía y la música, disputaba con otras ciudades, provocando la célebre frase recogida en el “Analectas” de al-Maqqarí, que dijo Averroes (Ibn Rushd) cordobés a Avenzoar (Ibn Zuhr) sevillano, en una discusión sobre las excelencias de sus respectivas patrias: “No sé por qué será que si se muere un sabio en Sevilla, llevan los libros a vender a Córdoba; y si en Córdoba muere un músico, sus instrumentos se venden en Sevilla”.

CANTOS CLÁSICOS DE TÚNEZ Y MEDIO-ORIENTE
“Cuando afinaba las cuerdas del laúd con el toque de su plectro y cantaba los amores de un amante, con su mano derecha acuchillaba mi corazón y con la izquierda enumeraba mis pecados”. Abú-l-Walíd al-Nahlí

MOAXAJAS
Literalmente bordar, ornamentar, lo que en un collar enlaza una perla con otra, las moaxajas son poemas nacidos en al-Andalus, inventadas por el ciego Mocadem ben Moafa de Cabra (Córdoba) que vivió entre los años 840 y 920. Se trata de un nuevo tipo de canción de forma libre, rima y medida variable, que se oponía a la Qasida clásica, construida rigurosamente con versos largos monorrimos. Las moaxajas están sujetas a la pauta de un estribillo popular (mudanza, vuelta), base y esencia de la composición, y cuando está cantada en romance o en idioma dialectal se convierte en un Zéjel. No quieren ser grandes obras clásicas, sino obras vivas, producción menor de talentos exquisitos que utilizaban la retórica de la poesía árabe para expresar las emociones amorosas y otros temas ocasionales.
La moaxaja se difundió rápidamente debido al vínculo constante de viajeros y peregrinos entre Oriente y al-Andalus. Lo atestiguan las colecciones redactadas a partir de siglo XII. El egipcio Ibn Saná’ al-Mulk (1155-1211) teoriza que la moaxaja viene definida más por su música, que la condiciona, que por el contenido poético. En su antología une poemas de al-Andalus con otros del Magreb, añadiendo sus propias composiciones inspiradas sobre esos modelos. Ibn Quzman (1086-1160) se enorgullecía de que sus zéjeles se podían oír en Bagdad a los tres meses de componerlos, y con más frecuencia que en Andalucía. La forma moaxaja desde entonces se ha cultivado en Oriente hasta nuestros días, siempre reivindicada como símbolo de la herencia andalusí, perteneciendo al arte culto, entrando en la estructura de la Núba y la Wasla de Oriente Próximo.

MALUF
La música andalusí en Túnez se denomina Maluf, que literalmente significa tradicional, habitual. Esta se remonta al siglo XIII, cuando a medida que los reyes cristianos conquistaban el sur de España, tuvo lugar un éxodo masivo de los andalusíes que no fueron a Granada, instalándose en Tlemcén los procedentes de Córdoba, en Fez los de Valencia y en Túnez los de Sevilla. Así pues el Maluf que nos ha llegado tradicionalmente es la síntesis de: el patrimonio musical de la propia región de Ifriquiya con el influjo que dejó Ziryab en el año 803, cuando se estableció en Kairuán, capital de los Aglabidas, durante su viaje de Bagdad a Córdoba; de las herencias andalusíes traídas en el siglo XIII durante el reino de los Hafsidas, y por la segunda emigración andalusí causada por la caída de Granada en 1492; y la influencia turca que convirtió a Túnez en 1574 en una provincia otomana.
Según Mahmoud Guettat en su libro “La Música Clásica del Magreb”, París 1980, el repertorio de la núbas tunecinas fue estructurado por el Bey Muhammed al-Rashíd (1711-1759), melómano, laudista y violinista que abdicó del trono subyugado por la música, para dedicarse totalmente a ella. Fue quien introdujo las oberturas instrumentales de inspiración turca como los Bashraf y Samái, codificados hacia el siglo XV. El Bashraf se compone de dos partes, la primera un movimiento lento o moderado, y la segunda llamada “harbí” a rápido ritmo ternario.

Respeto a la música de las fiestas familiares, Mohamed al-Sádiq al-Rizqí (1874-1938) recopiló en su manuscrito “Al-agháni al-túnisiyya” (canciones tunecinas), treinta canciones producto de una vida social, literaria, artística y folklórica heredera del mundo andalusí. El manuscrito original confiado al barón D’Erlanger (m. 1932) se perdió, encontrándose una copia realizada por Mustafá Bushúsha, publicandose en 1967. Estas canciones sobre aspectos cotidianos de la vida social, arte colectivo, estaban compuestas como actividad secundaria de los músicos que previamente ejercían como artesanos unidos a corporaciones y cofradías de la sociedad tradicional.

INSTRUMENTOS Y AFINACIÓN
El laúd, instrumento rey del mundo árabe, es el principal protagonista de esta grabación, estando acompañado de las flautas, la viola y los variados instrumentos de percusión ligados a la danza.
Nuestro oído educado por el temperamento musical corre el riesgo de apreciar como desafinada la música árabe que se aleje de los modos que comparte con la música occidental. La música oriental, y aquella magrebí influenciada por la otomana, tiene la exquisita sensibilidad de interpretar y apreciar los cuartos de tono, y con ellos afectar al espíritu humano en sus humores, realzando sus aspectos terapéuticos: la melancolía, la tristeza, la alegría, la exaltación o el éxtasis.

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    Música medieval española inédita hasta el momento. Sus discos, con  formato Digipack de cubierta de cartón y libreto interior (bilingüe + idioma original), quieren acercarse a una obra de arte total.