ECOS DEL ESPÍRITU * MELODÍAS GREGORIANAS
Ecos del Espíritu es una recreación sobre las más sugerentes melodías gregorianas. La armonización básica la ha realizado Luis Fernando Vílchez en el viejo estilo de acompañamiento al canto en las órdenes religiosas. Con ello está presente un profundo sentido místico y el recuerdo de la liturgia cristiana.
Utilizando tecnología digital y diferentes recursos de estudio, hemos moldeado estas melodías sobre la base de registros de órgano. El órgano es el instrumento rey de la música cristiana occidental. Sus múltiples registros quieren abarcar la totalidad de sonidos de la orquesta. La flauta tenor que acentúa alguna frase musical, da la calidez del instrumento acústico, e insufla el ánimo del músico. La respiración que da la vida al ser humano, alienta a través de la flauta estas melodías. Las percusiones, en ocasiones yuxtapuestas a las melodías, y en otros ejemplos sometiéndolas a una métrica rítmica, quieren ser el elemento terráqueo-humano que ponga los pies en el suelo al revoloteo casi divino de estas milenarias melodías. Incluímos los textos originales latinos no cantados.
EDUARDO PANIAGUA
Los privilegiados que han podido escuchar el canto gregoriano en un monasterio medieval no podrán olvidar una experiencia que afectó a toda su persona y que suscitó a lo largo del tiempo otras muchas experiencias. Es una constelación experiencial llena de riqueza del espíritu.
El canto gregoriano tiene la capacidad de extraer de lo más profundo el inconsciente todo aquello que Jung denominó los “arquetipos abisales” colectivos. En los más profundo de este mundo, sirviendo de “humus” nutricio entrevemos ese horizonte que, en “estremecimiento fascinante”, -diría Rudolf Otto- se nos oculta y desvela y que experimentamos como innombrable e inefable.
Este es un aspecto del canto gregoriano que comparte con todas las músicas sagradas de todo el mundo y de todos los tiempos. A través de la música se expresa y se ofrece la experiencia espiritual de la que todos los hombres están sedientos y que en nuestros días buscamos sucedáneos que resultan trágicos y suicidas.
Pero lo específico del gregoriano –como canto litúrgico cristiano- es la unión del elemento místico-divino con el elemento humano extraído de lo concreto histórico. Es teofanía encarnada en la antropofanía que brota del folklore circundante.
Cuando un monje medieval compone una antífona, mientras su compañero del mismo “scriptorium”, ilustra un códice miniado, deja fluir de la fuente de su interioridad aquellos toques inefables que había experimentado en el silencio desnudo de su soledad monástica. Pero no se olvidaba de aquellas melodías entrañables que había escuchado en su infancia, cuando su madre lo acunaba o cuando su padre trabajaba cantando en la siega o en la fragua o la cantera. Todo se fundía en una síntesis “teándrica” y que por ello nos evoca, al escucharla, como un desgarro místico, todo lo que de humano y de divino hay en el fondo de nuestra alma.
El canto gregoriano tiene la facultad de meterse en nuestra memoria hasta convertirse en “obsesión melódica”. El gustador del gregoriano lo sigue oyendo como susurro pertinaz en su interior, lo sigue silbando, canturreando. Esta memoria reiterativa e itinerante es un saborear, un rumiar hasta llegar a impregnar de música y de luz los entresijos del espíritu. Esta luz no es sólo sentimiento y emoción, está unida a unas palabras –la letra- a través de las cuáles se instaura un diálogo inagotable.
Eduardo Paniagua, -enamorado de la música medieval durante toda su vida- ha querido jugar con algunas melodías gregorianas y en este juego musical invita al oyente a compartir estas experiencias profundas y gozosas. La participación de este gozo dependerá de nuestra capacidad de sintonizar en el juego. Una audición que nos califica y nos reta.
FRANCISCO CABALLERO
El gregoriano es el canto oficial de la Iglesia Católica de rito latino y así lo ha sido durante siglos. Se trata de melodías al servicio de un texto, normalmente tomado de la Sagrada escritura. Pero son melodías muchas de ellas bellísimas e incluso geniales como composición, que ya por si solas constituyen un valor musical y estético. No es de extrañar por esto que algunos compositores hayan encontrado en ellas una fuente de inspiración y las hayan utilizado como esquemas o temas a desarrollar. El tratamiento de las melodías que aparecen en esta grabación nace del respeto al Gregoriano y a lo que significa y de la admiración de todo lo que es capaz de trasmitir al oyente. Seguro que este encuentra la oportunidad de un gozo y la vivencia de un mundo rico en sugerencias.
LUIS FERNANDO VICHEZ
La música gregoriana fue creada para el canto, y parecía lógico que al ser trasladada a otra fuente de sonido, en este caso electrónica, hubiera perdido gran parte de su expresión. No ha sido así. Estas melodías sublimes nos han ido sorprendiendo una a una, cuando al surgir de los teclados nos han ido mostrando su capacidad emotiva. La grandiosidad con que fueron concebidas se ha mantenido intacta en sí misma, y surge poderosa con independencia del instrumento utilizado.
La calidad anímica de estas melodías está por encima de toda tímbrica o instrumentación. En un entorno radicalmente distinto al existente en el momento de la creación de esta música el alma humana se siente impresionada de forma instantánea, y el espíritu parece dilatarse en la escucha. El tiempo se suspende, y al término de cada tema sólo se desea el comienzo de siguiente. La audición de la música gregoriana nos empapa de la sensación de haber alcanzado un puerto deseado.
LUIS DELGADO